Joseba Achotegui, al poco tiempo de empezar su exposición, enuncia una frase que marca parte del desarrollo posterior: Migrar ha pasado de ser un derecho a ser un delito.

Nos habla de las grandes dificultades a nivel macropolítico con las que se encuentran en las últimas décadas los migrantes, relacionadas con cuestiones administrativas. También aparecen otras dificultades más cercanas que se naturalizan y reproducen incluso desde las disciplinas sociales en fórmulas no dichas del tipo: “Quien viene a buscarse la vida a nuestro país es sospechoso de querer hacerlo en algún momento por vías ilegales”, o “quien pide ayuda es sospechoso de querer engañarte para conseguirla”.

Achotegui señala que el hecho de migrar es dramático, doloroso y peligroso. Y que esto se tiende a olvidar. Tampoco se tiene en cuenta el contexto de la persona en su país y el recorrido que siguió para llegar a el nuestro. A partir de ahí, nos detalla la sistematización de un modelo en cuyo centro sitúa la idea del duelo migratorio. Matiza que este es un tipo de duelo no desaparece ni acaba de irse, ya que por lo que se sufre está, y está siempre, pero en otro sitio. Es, además, un duelo múltiple: por la familia, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el grupo de pertenencia, etc.

Este modelo reconoce que el estrés y el duelo, cuando su intensidad es extrema y no se realiza en condiciones de ser bien tramitado, dan lugar a lo que denomina «Síndrome de Ulises«.

No es de extrañar que este duelo migratorio extremo, unido a los problemas que la sociedad de acogida pone al migrante (estresores) derive en un riesgo mayor en los migrantes de sufrir problemas de salud mental. 

Una de las ideas con las que también me quedo y que contribuyen a seguir articulando mi saber profesional es que las condiciones de existencia y los traumas sufridos generan problemas de salud mental. Por lo tanto, la intervención psicoterapéutica que propone Achotegui, sin necesidad de diagnosticar ni medicar, cura. Y no sólo esto porque, si los estresores se reducen y el sufrimiento se alivia si hay tranquilidad y seguridad en el presente y de cara al futuro, la intervención profesional deberá pasar también por la defensa de los derechos de las personas migrantes. Utilizando un lenguaje médico: los derechos curan.

Héctor Luna. Equipo de Apoyo Social Comunitario «Fuenlabrada»

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