Lo básico es muy profundo, es lo más difícil de pensar, lo más evidente pasa desapercibido” – Josep María Esquirol Calaf

No hay nada más vital que revisar la raíz de nuestros orígenes. En ese viaje contamos con la orientación de Josep María Esquirol Calaf, a modo de Virgilio en la guía a Dante en su paso por el infierno y el purgatorio, justo antes de su encuentro con Beatriz en el paraíso. A través de un lenguaje cotidiano, sencillo, oscilando entre el ensayo y la oratoria, el autor compartió lo que entiende como “la compresión de lo humano”. Estilo de trasmisión revelador de su tesis principal.

Para el autor, el rasgo más elemental de la condición o situación humana, aquello que nos precede y nos trasciende más allá de las circunstancias sociales e históricas, es la intemperie. Estamos al descubierto a nivel físico, anímico y existencial. No es posible  superar la intemperie, en su lugar sí podemos dar respuesta. Respuestas en la línea de creación de espacios y momentos de calidez, a través de gestos, palabras y acciones. En oposición a la sensibilidad clarificante, encontramos en la frialdad e indiferencia prácticas deshumanizantes.

Seguimos en nuestro descenso al hades. ¿Cuál es la parte más honda qué nos constituye? A diferencia de otros autores que han centrado sus reflexiones en las expresiones de la capacidad, por ejemplo, en el poder de la construcción técnica, los logros de la racionalidad, lo increíble de la palabra o en la amistad, para Esquirol Calaf la especificidad de lo humano radica en nuestra posibilidad de ser conmocionados, ser tocados, que nos pasen cosas diarias, en nuestra afectabilidad y vulnerabilidad. En fin, en la posibilidad de ser heridos. Estamos traspasados por lo infinito y lo finito. Estamos heridos por: el gusto por la vida, por la muerte o la finitud de la vida, por el amor y por el asombro ante el mundo.  

Lejos de ser un planteamiento abstracto y especulativo, las ideas de intemperie, herida y calidez, cobran vida y se renuevan en cada uno de nosotros en nuestro día a día. Lo más básico no admite reducciones ni otras explicaciones, enfatiza Esquirol Calaf. Perspectiva que cobra sentido y viabilidad en nuestro trabajo. El aproximarnos a nuestro quehacer diario a través de imágenes, entiendo es una alternativa potente. Las imágenes están cargadas de afectos, sentidos y posicionamiento ético concreto o, dicho de otra forma ¿Qué hacemos ante lo que sentimos y creemos?

Apoyado en algunas nociones de Jung (2006), me resulta posible entender la psicopatología como el discurso del alma sufriente. Una de las múltiples imágenes que nos podemos encontrar en las personas que asisten a nuestros recursos es la formada por la confusión, la paralización, la soledad radical, y el desconsuelo ante tareas que, en un primer momento, pueden resultar imposibles.

¿Qué respuesta podemos dar? Nos podemos orientar en nuestros distintos planes individualizados de rehabilitación, a modo de caminos por transitar. En esos caminos nos ocurren vivencias, la maravilla de las vivencias es que no se planifican, no se controlan ni se deciden de forma consciente. Nos atraviesan de la piel hacia dentro. Encontrándonos en comunión usuarios, familiares y profesionales. Reencontrando en la propia herida aquello que nos alivia, sostiene y reconforta. 

Nuestras principales herramientas de trabajo: el sentir que sentimos y la trasmisión de lo registrado mediante distintas vías. Una de ellas es la palabra, eso sí, no cualquier palabra. Son necesarias palabras francas y sinceras que nos surgen al mirar directamente a los ojos al terror de la locura o la sombra del suicidio. Con esas palabras intentamos arrojar claridad, calidez y receptividad transformadora.  

Me resulta esclarecedor el gran movimiento, interno y externo, que he observado en los usuarios al reencontrarse con: la fe en la humanidad, el amor, en la convicción de comprender y ser comprendidos, y en el autoconocimiento.

Edgar Hernández León. Psicólogo del Centro de Rehabilitación Laboral de “San Blas”.

Referencias bibliográficas:

Jung, C.G (2006). Sobre el amor. Madrid, España: editorial trotta. 

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4 comentarios

  1. Qué maravilla, Edgar. Es igual de emocionante
    y aleccionador leer tu propia lectura de la conferencia
    de Esquirol que escucharle a él en directo.
    Has dado sentido a la charla a través de las conexiones que estableces con el trabajo en los recursos.
    Enhorabuena! Colgaré este texto en el tablón
    de mi despacho.

  2. Raúl, muchas gracias por tus genuinas y sentidas palabras. Me alegra saber que el texto puede resultar de ayuda, es el principal sentido.

  3. Gracias, Edgar. Gracias por la calidez de tus palabras y por acercarnos a Esquirol a los que no pudimos estar. Ha sido un placer leerte.

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