Me siento totalmente indignado y frustrado por el trato que recibimos las personas con diagnóstico en Salud Mental desde los propios servicios de la Sanidad (incluido el de Salud Mental), en el que los médicos explican los resultados de pruebas o informes a los acompañantes en lugar de a nosotr@s mism@s; o en el caso de asistir a consulta en solitario, no nos explican las cosas completamente con todas las posibles reacciones adversas de las distintas medicinas y, si lo hacen, nos lo explican como si tuviéramos problemas de comprensión o fuésemos tontos o idiotas.

Otro de los errores que cometen es achacar todos o gran parte de nuestros problemas médicos a somatizaciones de nuestros trastornos mentales y si insistimos en que los problemas son reales, que existen síntomas u otras reacciones fisiológicas como el dolor o molestias diversas, nos llaman hipocondriac@s o exagerad@s, e incluso cuentistas.

Lo mismo ocurre incluso dentro de nuestra red de relaciones sociales, como pueden ser vecinos, vendedores del barrio, empleados de oficinas bancarias, e incluso la familia más cercana, que piensan que todo lo que nos sucede es «cuentitis», «llamar la atención», ilusiones o fantasías elaboradas,… por más que todo lo que les contemos o por lo que les consultemos se base en realidades con fundamento bien claro y demostrable, ellos dudan de su veracidad porque somos «locos» y un «loco» según ellos no tiene sentido común ni puede tener más razón que ellos.

Es la pugna diaria entre los diagnosticados y los no diagnosticados que nos continúan estigmatizando, infravalorando nuestras capacidades y habilidades y/o menospreciando directamente sin tapujos, cuando no nos rechazan o esquivan el trato con nosotros.

Personalmente, estoy harto, muy harto de estas situaciones cotidianas y diarias, casi en todo momento, tan incómodas e insultantes de un buen número de la población no diagnosticada y ya no sé cómo meter en la «escasa mollera» que demuestran tener estos personajes, que no personas, pues no tienen ni un mínimo de educación, empatía ni compasión por el otro.

A lo máximo que hemos llegado es a una visibilización mayor y a ser tratados con condescendencia todo el rato (cosa que me molesta mucho, pues yo no soy ningún tontito precisamente y yo sí que les trato con educación y respeto), pero la solución, por muchos intentos de concienciación hacia la sociedad, a muchos de estos problemas que tenemos por nuestra condición de diagnosticados en Salud Mental ni llega ni de seguir así llegará.

Ningún otr@ enferm@ que tenga otra patología que no sea de Salud Mental se ve abochornad@, insultad@ o rechazad@ por la gran parte de la sociedad como nos sucede a nosotr@s.

Pedro A. Lara

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