Mi intención al hacer este escrito no es desanimar a los compañeros en busca de un empleo, sino de mostrar una realidad y demostrar cuán equivocados están los empresarios que no nos contratan.

Los discapacitados por motivos mentales somos los penúltimos de la lista en cuanto a sueldo pero si encima le añadimos un grado alto de discapacidad, los espacios en blanco debidos a nuestros «baches» o periodos de recuperación y el hándicap de tener una edad superior a los cuarenta años, nos convertimos por culpa de estos factores en los últimos de la fila.

Somos aquellos que esperan con ilusión a que alguno de los capitanes de los equipos (Recursos Humanos) les elija cuanto antes para el partido que se va a disputar (el propio empleo) y vamos viendo cómo éstos van seleccionando a otros antes que a nosotros por su desinformación y prejuicios hacia el colectivo.

Está demostrado que quien más quiere un empleo y más lo necesita, rinde más y no se rinde, ni en el primer gol en contra ni ante ninguna otra adversidad, es más tenemos, por lo general, más concentración e interés por aprender y avanzar en el ejercicio de nuestro posible empleo.

¿Por qué nos invalida un diagnóstico de salud mental o un grado alto de discapacidad?

Principalmente por los prejuicios hacia el colectivo de «peligrosidad/agresividad» totalmente infundados (como ya he escrito en otros textos anteriores está demostrado con datos estadísticos una mayor tasa de criminalidad y violencia entre los no diagnosticados que entre las personas que tienen una afección mental); otro es el prejuicio de las bajas por crisis o desequilibrios (raramente se producen por este motivo ya que la mayoría estamos siguiendo un tratamiento farmacológico, terapéutico y seguimos escrupulosamente nuestras rutinas para mantenernos estables, por nuestra propia salud y bienestar, que a nadie le gusta pasar por un momento desagradable de crisis o de bajón).
También se relaciona un alto grado de discapacidad con la incapacidad de trabajar (conceptos que no necesariamente son correlativos sino que dependen en sí de cada persona en concreto y que siempre se pueden fortalecer con la capacitación y entrenamiento en aptitudes por parte del equipo de trabajo como se debería de hacer con cualquier otro trabajador en su puesto de trabajo, sólo que sin discapacidad o problema de salud mental se da por hecho y con ellas se considera una sobrecarga o esfuerzo extra del equipo cuando es toda una falacia).

El «hándicap» de la edad.

Si a los anteriores factores se le suma el tema de la edad del candidato, se torna el asunto más difícil todavía ya que se identifica erróneamente la avanzada edad con incapacidad de aprendizaje activo y proactividad en el puesto de trabajo. Además está en el imaginario colectivo una imagen equivoca de que a cuanto mayor es la persona, más dificultades para realizar sus tareas tiene, cuando por contra, para los no diagnosticados se les va retrasando la edad de jubilación y se crean planes de empleos específicos desde las Comunidades Autónomas y el Servicio Estatal para el Empleo tanto de formación como de empleabilidad y yo me pregunto: ¿Por qué no ocurre también con/para nosotros?

Cuando ni siquiera los CEE (Centros Especiales de Empleo) se preocupan por formarte ni emplearte.

Si cumples con la mayoría de los factores anteriormente, no sólo las empresas ordinarias (ignorantes de nuestra verdadera realidad) pasarán de contratarte, sino que los propios CEE valorarán y emplearán con mayor incidencia y frecuencia a otros discapacitados que consideren menos «conflictivos» o «difíciles», pero bien que seguirán chupando del tarro de las bonificaciones, deducciones y subvenciones que les concede el Estado por hacer su trabajo (con el dinero de todos los contribuyentes, que en realidad somos también nosotros mismos con el simple hecho de comprar en la farmacia nuestros medicamentos prescritos ya que estos no están exentos totalmente de impuestos), que no hacen con justicia y equidad para todos los discapacitados, sea cual sea su discapacidad.

Resultado: estigmatizados y desempleados en una gran mayoría y quedándonos sentados en el banquillo, como meros observadores, ya que nadie rompe esta dinámica injusta para nosotros y nos escoge para su equipo aceptándonos como somos (que cada persona es un mundo distinto, con o sin diagnóstico) e invitándonos a participar de su mano en el partido a disputar.

Si, por suerte, ya has conseguido trabajo y estás jugando en el partido de la vida, te deseo que metas muchos goles y que tengas muchos triunfos (sin temer al fracaso o a los errores) en lo laboral y en el resto de las áreas de tu vida.

No te olvides de dejar el pabellón de la Salud Mental bien alto y romper estigmas, etiquetas, suposiciones, mitos, etc… y dar cuenta a diestro y siniestro de nuestras capacidades y nuestra valía, tanto laboral como personal.

 

Por Pedro Lara, blogger de afición e interesado en el crecimiento y desarrollo personal, así como defensor de los derechos fundamentales de las personas. Puedes leer más post de Pedro en su blog personal: http://siguiendoadelante.tumblr.com

 

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Mi intención al hacer este escrito no es desanimar a los compañeros en busca de un empleo, sino de mostrar una realidad y demostrar cuán equivocados están los empresarios que no nos contratan.

Los discapacitados por motivos mentales somos los penúltimos de la lista en cuanto a sueldo pero si encima le añadimos un grado alto de discapacidad, los espacios en blanco debidos a nuestros «baches» o periodos de recuperación y el hándicap de tener una edad superior a los cuarenta años, nos convertimos por culpa de estos factores en los últimos de la fila.

Somos aquellos que esperan con ilusión a que alguno de los capitanes de los equipos (Recursos Humanos) les elija cuanto antes para el partido que se va a disputar (el propio empleo) y vamos viendo cómo éstos van seleccionando a otros antes que a nosotros por su desinformación y prejuicios hacia el colectivo.

Está demostrado que quien más quiere un empleo y más lo necesita, rinde más y no se rinde, ni en el primer gol en contra ni ante ninguna otra adversidad, es más tenemos, por lo general, más concentración e interés por aprender y avanzar en el ejercicio de nuestro posible empleo.

¿Por qué nos invalida un diagnóstico de salud mental o un grado alto de discapacidad?

Principalmente por los prejuicios hacia el colectivo de «peligrosidad/agresividad» totalmente infundados (como ya he escrito en otros textos anteriores está demostrado con datos estadísticos una mayor tasa de criminalidad y violencia entre los no diagnosticados que entre las personas que tienen una afección mental); otro es el prejuicio de las bajas por crisis o desequilibrios (raramente se producen por este motivo ya que la mayoría estamos siguiendo un tratamiento farmacológico, terapéutico y seguimos escrupulosamente nuestras rutinas para mantenernos estables, por nuestra propia salud y bienestar, que a nadie le gusta pasar por un momento desagradable de crisis o de bajón).
También se relaciona un alto grado de discapacidad con la incapacidad de trabajar (conceptos que no necesariamente son correlativos sino que dependen en sí de cada persona en concreto y que siempre se pueden fortalecer con la capacitación y entrenamiento en aptitudes por parte del equipo de trabajo como se debería de hacer con cualquier otro trabajador en su puesto de trabajo, sólo que sin discapacidad o problema de salud mental se da por hecho y con ellas se considera una sobrecarga o esfuerzo extra del equipo cuando es toda una falacia).

El «hándicap» de la edad.

Si a los anteriores factores se le suma el tema de la edad del candidato, se torna el asunto más difícil todavía ya que se identifica erróneamente la avanzada edad con incapacidad de aprendizaje activo y proactividad en el puesto de trabajo. Además está en el imaginario colectivo una imagen equivoca de que a cuanto mayor es la persona, más dificultades para realizar sus tareas tiene, cuando por contra, para los no diagnosticados se les va retrasando la edad de jubilación y se crean planes de empleos específicos desde las Comunidades Autónomas y el Servicio Estatal para el Empleo tanto de formación como de empleabilidad y yo me pregunto: ¿Por qué no ocurre también con/para nosotros?

Cuando ni siquiera los CEE (Centros Especiales de Empleo) se preocupan por formarte ni emplearte.

Si cumples con la mayoría de los factores anteriormente, no sólo las empresas ordinarias (ignorantes de nuestra verdadera realidad) pasarán de contratarte, sino que los propios CEE valorarán y emplearán con mayor incidencia y frecuencia a otros discapacitados que consideren menos «conflictivos» o «difíciles», pero bien que seguirán chupando del tarro de las bonificaciones, deducciones y subvenciones que les concede el Estado por hacer su trabajo (con el dinero de todos los contribuyentes, que en realidad somos también nosotros mismos con el simple hecho de comprar en la farmacia nuestros medicamentos prescritos ya que estos no están exentos totalmente de impuestos), que no hacen con justicia y equidad para todos los discapacitados, sea cual sea su discapacidad.

Resultado: estigmatizados y desempleados en una gran mayoría y quedándonos sentados en el banquillo, como meros observadores, ya que nadie rompe esta dinámica injusta para nosotros y nos escoge para su equipo aceptándonos como somos (que cada persona es un mundo distinto, con o sin diagnóstico) e invitándonos a participar de su mano en el partido a disputar.

Si, por suerte, ya has conseguido trabajo y estás jugando en el partido de la vida, te deseo que metas muchos goles y que tengas muchos triunfos (sin temer al fracaso o a los errores) en lo laboral y en el resto de las áreas de tu vida.

No te olvides de dejar el pabellón de la Salud Mental bien alto y romper estigmas, etiquetas, suposiciones, mitos, etc… y dar cuenta a diestro y siniestro de nuestras capacidades y nuestra valía, tanto laboral como personal.

 

Por Pedro Lara, blogger de afición e interesado en el crecimiento y desarrollo personal, así como defensor de los derechos fundamentales de las personas. Puedes leer más post de Pedro en su blog personal: http://siguiendoadelante.tumblr.com

 

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