Llegamos a este curso con la idea de encontrar herramientas para el manejo de los grupos. En Casa Verde, el eje principal de la intervención es lo individual, con algunas experiencias grupales; en nuestro caso estábamos llevando a cabo un grupo de psicoterapia grupal con niños y niñas. Un gran reto que asumimos para dar respuesta a las necesidades de nuestras destinatarias, reto cargado de ilusión y angustia a partes iguales.

Al ver que estaba este curso en el plan de formación, no nos lo pensamos, nos apuntamos y cruzamos los dedos para que nos tocara, ¡y nos tocó! Llegamos al curso con muchas preguntas: ¿Qué estamos haciendo? ¿Lo estamos haciendo bien? ¿Por qué se mueven todo el rato? ¿Hay mucho cuerpo? ¿Debemos tratar lo que surja o debemos organizar más las sesiones? Es decir, ¿proponen ellas o proponemos nosotras? ¿Cómo nos colocábamos ante el grupo? Como puede desprenderse, casi no había nervios y dudas en nosotras.

Pero llegamos a un curso en el que pudimos parar, leer, escuchar, pensar, ver qué estaba pasando… nos calmó. Se ha creado un clima de confianza en el que nos sentimos recogidas, nada cuestionadas, descubrimos que no estábamos solas en la tarea de acompañar en grupo, que había gente con los mismos planteamientos, dudas, experiencias y que había una teoría detrás, y todo esto nos hizo sentirnos parte y calmarnos.

Estamos pudiendo construirnos como pareja de coterapeutas, con nuestras diferencias de estilo, nuestros avances y dificultades. Nos impulsa tener un lugar donde pensar nuestra experiencia grupal con compañeras y compañeros que nos validan el trabajo y nos ayudan a no atascarnos. Y no sólo enriquece nuestra labor más inmediata, escuchar otros manejos de grupo amplía las posibilidades de nuestro trabajo, se nos ocurren más cosas, fomenta nuestra creatividad. 

Creemos que el curso nos está aportando flexibilidad a la hora de acoplarnos con y al grupo. Sentir que hay un lugar donde reflexionar, donde te recomiendan textos, donde nos sentimos escuchadas y poder aportar en grupo no nos permite rigidificarnos, nos anima a ser dinámicos, a estar en una posición activa en el aprendizaje de los grupos en los que estamos, a no escondernos tras las cosas que creemos saber y a atrevernos con las que por ahora desconocemos. 

Así que estamos felices con esta experiencia: nos calma, nos impulsa y nos ayuda a crecer profesionalmente.

Teresa Vallespín y Carlos J. Rodríguez, Psicóloga Infantil y Trabajador Social de Casa Verde

 

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